Yangon

Shewdagon Pagoda

Yangon es calor, es ruido, es mal olor, es suciedad, es gentío por todas partes. Si me pidieran que describiera la ciudad en cuatro palabras, estas son las que usaría. Pero claro, yo vivo aquí, en este país, seguro que un turista lo ve de diferente manera. Tenía la misma sensación en Addis Abeba, cuando vivía en Etiopia. Me encuentro más tranquila, más segura, más feliz en mi ciudad. La gente me pareció en general menos respetuosa y menos amable, más acostumbrados a los occidentales. Las distancias son enormes y el trafico caótico la mayor parte del día.

Monjes haciendo cola para coger el bus

Hora de la siesta para algunos

Pero Yangon es también parques, restaurantes, cafés, supermercados, miles de puestos en la calle, puedes encontrar de todo lo que no puedes encontrar en el resto del país, por ejemplo, canela (la especia). Hice una estancia de dos días, uno para Shewdagon Pagoda + parque + visita a la oficina de VSO y otro de mercados y supermercados. 

Una cena con Wendy en Chinatown, compartiendo mesa con unos chavales birmanos muy simpáticos. 

Pagoda de los espejitos

Y una vez visto estos cuatro sitios, ya no tenía más que hacer ni ver en Yangon.. Tuve que pelear para no pagar la entrada de 8 dólares que cobran en Swedagon a los extranjeros. Es preciosa, no digo que no lo valga, pero yo soy voluntaria y trabajo gratis en este país, así que no pago. Regateo constante con los taxistas para ir de un sitio a otro, agotador y caro.

Calle y mezquita de Yangon

  

 

Me sorprendió no ver ni una moto, están prohibidas en Yangon. Debe ser para evitar los accidentes, aunque alguien me conto que hubo un atentado y como el supuesto terrorista iba en moto, pues nada, se acabaron las motos. Y en barrio indio, es my curioso, tiene la mayor concentración de ópticas por metro cuadrado del país. Me acorde mucho de mis alumnas, ya que una gran parte tiene grandes problemas                                                   de visión.