Como hasta ahora mis entradas en el blog
han sido sobre excursiones y festivales, creo que muchos pensáis que es a lo
que me dedico en general. Pues no es así, esto es solo lo extraordinario. De
normal, trabajo una media de siete horas al día entre clases, tutorías, preparación,
reuniones y demás tareas administrativas. A continuación, os describo un día
cualquiera en mi nueva vida birmana.
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la casa |
Hay varios sonidos matutinos que van
asociados a mi despertar, sobre las 6:30 o 7:00 horas. A veces son los ladridos
vociferantes de las manadas de perros que habitan el campus del college,
discutiendo por hembras, seguramente. En ocasiones, son los rezos de los monjes
del monasterio o pagoda más cercana, que ya llevan metidos en materia desde las
5 a.m. Otras veces, son las propias alumnas, las más de 500 estudiantes de
Magisterio que viven en el campus, que cantan, recitan en coro o lanzan
consignas repetitivas con un tono que recuerda la instrucción militar.
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lugar del paseo matutino |
Dependiendo de varios factores me cuesta más
o menos levantarme. Últimamente con la llegada del invierno, remoloneo más, ya
que a esas horas estamos a 8 o 10
grados. Primera tarea: pongo el agua para mi café de calcetín a calentar (no sé
porque no me traje mi cafeterita!!!) y al mismo tiempo, enchufo mi calentador
de plástico para la ducha del cubo por la cabeza (bucket shower). Este último
ritual cambia, desde hoy que me han instalado una "ducha caliente instantánea".
Veremos con qué frecuencia la puedo usar, porque si la corriente baja, la
temperatura también.
Como no empiezo las clases hasta las 9:00
y mi casa está a tres minutos de distancia del curro, no tengo que acelerarme.
Esto me parece un lujazo, sobre todo viniendo de Londres, donde las distancias
te pueden robar dos tres horas de tu valioso tiempo libre cada día. Muchos
recordareis lo que me quejaba sin parar de este aspecto. Hay días que hasta me
da tiempo de ir a dar un paseo por la carretera, de escribir un correo electrónico,
de ultimar los preparativos de las clases del día o hasta de ir al mercado.
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Grupo E |
Mis alumnas siempre aparecen por la
puerta de clase (me he instalado en el laboratorio de biología) con una sonrisa
radiante y pidiendo permiso para entrar con un dulce "May I come in,
teacher?". Las más tempraneras ya están esperándome y corren a cogerme los
libros, el ordenador, las llaves; es un trato al que no estoy nada
acostumbrada, al principio me chocaba y me rebelaba, pero ya no, les dejo
hacer, por mostrar agradecimiento hacia ellas. Son actos de sumo respeto y adoración
por los profesores, y aun siendo ellas mismas profesoras, yo soy la profesora
de las profesoras. Hablo en femenino porque ellas son mayoría: tengo 27 alumnas
y 2 alumnos. Creo que uno de los motivos por los que no hay más hombres en la enseñanza
pública es porque los sueldos son muy bajos. Y justo uno de estos dos alumnos
"macho" me está dando mucho dolor de cabeza porque se niega a participar
en el proyecto. Dice que no necesita el inglés para nada en su vida y las
clases le quitan mucho tiempo. Fair enough. Lo entiendo, pero no es tan fácil
plantarle cara al mismísimo presidente del país, que es el que ha decidido que
los profesores necesitan saber inglés. Y ahí andamos. Que viene cuando le da la
gana y si la actividad le parece difícil, me dice que le ignore. Decisión
pendiente.
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Loungyi azul. Grupo D |
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Loungyi rosa. Grupo D |
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Loungyi verde. Grupo F |
Quitando este pequeño grano en el culo,
por lo demás, fenomenal. Las alumnas, con muchas ganas de aprender, me rio
bastante con ellas y nos comunicamos como buenamente podemos, ya que tengo los
tres grupos de principiantes. En estos dos meses desde que empezamos, han
ganado mucha confianza y se sueltan a hablar en su "broken English".
(Un inciso: yo aún no he encontrado profesor/a de birmano y estoy muy, pero que
muy pez en el idioma). Y hay que ver cómo me cuidan y se preocupan por mí.
Todos los días me dicen lo guapa que estoy, sobre todo si llevo
"longyi", la falda tradicional, y también lo buena profesora que soy.
A menudo me preguntan si estoy feliz aquí. Casi todos los días, los acabo con
un regalito. ¿Se puede pedir más?
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Futuras alumnas preparando ofrenda |
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fiesta en el college |
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la oficina |
Llegan las tres de la tarde y estoy
cansada, a comer solo he parado 45 minutos. Me traslado a la oficina y sigo un
par de horas más preparando las clases del día siguiente. Es el momento en que
me gustaría charlar un rato con mi compañera sobre las anécdotas del día, pero
ella ha decidido usar su casa en vez de la oficina. Piensa que pasamos
demasiado tiempo juntas, y con esas, pasan los días y ni nos vemos. Los viernes
no hago ese recorrido clase-oficina, y me dejo la tarea para el sábado. Solemos
ir al restaurante de enfrente (cruzar la calle) a cenar y tomar cerveza. A
veces, ella come y yo bebo.Pronto aparecerán en escena los coreanos,
que han venido a enseñar al college, aunque nadie sabe muy bien que asignatura
ni en qué idioma. Mi vida social puede dar un vuelco a raíz de este
acontecimiento.
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el salon de casa |
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Comida Shan |
El resto de la tarde la paso entre
cocinar, regar la huerta, leer, conectar con el mundo en redes sociales,
hacer skype, escribir blog y correos, wasaps, ver pelis y series en la tele. A veces surgen
imprevistos que rompen esta rutina, que suelen ser del tipo: salimos de expedición
a comprar algún artilugio, como impresora o lavadora. Vamos todas en el coche,
nosotras, la directora y dos más del equipo directivo, y solemos acabar cenando por ahi.
Otro tipo de imprevisto
es que nos llame la directora por teléfono para invitarnos a cenar, aunque ya
hayamos cenado, o bien porque quiere ocuparse de nosotras, o bien porque se
aburre. En ocasiones, hay eventos puntuales a los que tenemos que acudir, festivales, ofrendas, etc., no es posible
negarse.
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